Sócrates dijo que “conocerse a sí mismo es el principio de la sabiduría”. Aunque esta cita parezca inocua al principio, al reflexionar un poco más sobre ella, su complejidad se hace visible. El autoconocimiento no significa saber tu rutina óptima de ejercicios o tu marca de café favorita —significa reconocer tus defectos. Esto es algo que la mayoría de la gente evita a cualquier precio; es mucho más fácil para una persona mentirse a sí misma sobre cómo es y nunca comparar sus mentiras con sus acciones.
El libro “Dataclysm” (Dataclismo), escrito por Christian Rudder, uno de los fundadores de la página web de citas OkCupid, es una exploración fascinante de este problema. En el libro, Rudder discute lo que los datos recolectados por OkCupid muestran sobre las verdaderas preferencias y tendencias de la gente. En otras palabras, el libro trata sobre cómo la gente actúa en realidad, no cómo creen que actúan o creen que deberían actuar. Algunos temas discutidos en el libro incluyen qué tipo de gente tiende a recibir más mensajes online, cómo la gente tiende a describirse a sí misma en sus perfiles y que tipo de mensajes las personas tiende a enviar (o a escribir y borrar antes de mandarlos). Aunque estas cosas son lo suficientemente interesantes por sí solas, Rudder no teme ponerlas en contextos más llenos de tensión política. No solo discute qué tipo de gente recibe más mensajes, sino qué razas reciben más mensajes. No solo discute cómo es más probable que la gente se describa en sus perfiles, sino cómo es más probable que la gente de diferentes razas se describa a sí misma en sus perfiles. También explora cómo la gente de diferentes géneros y orientaciones sexuales parece valorar otros aspectos en sus compañeros.
La información revelada en el libro es tabú, pero también es cautivante. Cualquiera sea la opinión sobre el proyecto en sí, es difícil no tener un poco de curiosidad sobre el trabajo de Rudder. Además, uno no puede pasarlo por alto. Puedes tener recelo sobre los métodos de recolección de datos de Rudder o de la interpretación de los datos, pero el hecho es que sus estadísticas no son fabricadas. Estas no son sus creencias —son sus estadísticas. Esto lleva a una pregunta importante: ¿Qué exactamente debería hacer alguien con esta información?
Por ejemplo, consideremos el hallazgo más gracioso del libro que señala a la banda escocesa Belle & Sebastian, estadísticamente hablando, como la más blanca en internet. ¿Cómo exactamente debería alguien analizar el significado social de este hallazgo? Aunque significa algo, ¿qué significa exactamente? Es improbable que la gente blanca esté genéticamente predispuesta a disfrutar de la música de Belle & Sebastian, y aún así el hecho de que Belle & Sebastian son la banda más distintivamente blanca en internet probablemente no es un hecho del azar.
En este caso, la revelación no tiene demasiada importancia, pero en otros casos sí la tiene. Por ejemplo, los usuarios de color aparentan tener mayor dificultad en conseguir matches y en comunicarse exitosamente con otras personas en OkCupid, en comparación con gente de otras razas. Este es un hallazgo importante porque probablemente revela algo sobre la parcialidad implícita. Es fácil ver cómo la información en el libro puede ser usada para justificar el racismo. Uno podría decir que los usuarios de color tienen mayor dificultad en el sitio, no porque hay una parcialidad implícita en la base de usuarios de OkCupid, sino porque los usuarios de color inherentemente merecen menos la pena que otros usuarios. El hecho de que esta sea una interpretación tanto prejuiciosa como acientífica no va a prevenir que comunidades y organizaciones racistas la utilicen. Otra pregunta difícil que surge es: ¿Es posible estudiar las diferencias entre grupos sociales sin justificar inadvertidamente el prejuicio?
Las ciencias sociales están plagadas de preguntas complejas de este tipo. Cuando uno estudia los datos que se relacionan con grupos grandes de personas, uno discierne la información como verdadera. Pero, los datos por sí mismos dicen poco sobre cuál es el impacto de la cultura versus la biología, y poco sobre las vidas y preferencias de los individuos. No obstante, no debería ser descartado. El conocimiento de ciertas tendencias tiene el potencial de ayudar a resolver problemas institucionales.
Pero ¿cuán lejos debería ir alguien en perseguir este tipo de información? ¿Debería uno estudiar las diferencias de coeficiente intelectual entre diferentes grupos sociales y raciales, como lo hizo el científico político Charles Murray? ¿Debería uno estudiar la mejor manera de manipular a la gente, como lo hizo el psicólogo Robert Cialdini? Los estudios de esta naturaleza tienen, o aparentan tener, poco uso humanitario y un potencial enorme de abuso.
Los estudios de Murray han sido usados para decir que ciertos grupos raciales son inherentemente más inteligentes que otros, a pesar que Murray diga que estos son casos de gente proyectando erróneamente sus propios prejuicios hacia su trabajo. Los estudios de Cialdini pueden ser (y probablemente ya han sido) usados para persuadir a la gente para que actúe en contra de su beneficio —aunque Cialdini haya advertido explícitamente a los lectores en contra de usar su trabajo de esta manera.
Aún así, aunque las justificaciones de estos estudios normalmente sean dudosas (particularmente en el caso de Murray), no puedo criticarlas. Como una persona que cree en la capacidad transformativa de la ciencia, no puedo simplemente argüir que algún tema no debería ser abordado. Asimismo, la capacidad de estudiar temas que no aparentan tener ninguna relevancia es un derecho que los investigadores y científicos merecen tener. La mecánica cuántica alguna vez fue un campo teórico, sin embargo, ahora es una parte integral de las computadoras y teléfonos móviles.
La verdad es que los datos son tanto importantes como peligrosos, y nosotros, como ciudadanos, debemos estar conscientes de su poder. Necesitamos estar conscientes de las maneras en las que pensamos sobre el mundo y las muchas complejidades que nuestras perspectivas abarcan. Así que tal vez Sócrates estaba equivocado. Tal vez conocerte a ti mismo no es el principio de la sabiduría. Tal vez saber cómo conocerte a ti mismo lo sea.
Jonah Dratfield es columnista del Collegian y puede ser contactado en [email protected].
Xenia Ariñez es traductora de español para el Collegian y puede ser contactada en [email protected]
Celia Rodríguez-Tejuca es editora de Español para el Collegian y puede ser contactada a través de su correo electrónico [email protected].