Siempre me ha encantado viajar. Viajar en avión siempre me ha emocionado, y el pensar en explorar nuevos lugares parecía apasionante y aventurero. A pesar de mis fantasías de volar alrededor del mundo, nunca viajé mucho de niña excepto a Maine o New Hampshire por un día o un fin de semana, y una extraña excursión a Florida en sexto grado. Ninguno de esos cortos viajes satisfizo mi deseo de viajar, así que cuando tuve la oportunidad este semestre de viajar por el país para asistir a la Competencia de Diseño Sísmico del Instituto de Ingeniería e Investigación de Terremotos en San Diego, inmediatamente dije que sí.
A pesar de que pasamos la mayoría de nuestro tiempo en San Diefo en la conferencia, tuvimos tiempo extra cada día para visitar la ciudad y las playas de los alrededores. Fue increíble estar caminando a principios de marzo llevando solo una camiseta y unos vaqueros, y en algunos días de más calor incluso pantalones cortos. El sol brillaba cada día y todos parecían amistosos y dispuestos a ayudar, incluso extraños en la calle. San Diego, y la costa oeste en general, parecían demasiado buenos para ser verdad. Clima de 70 grados, cero humedad y nada de lluvia en marzo, ¿por qué no todo el mundo en América se va al oeste?
Ya que estábamos viajando desde Boston y todos éramos menores de 25 años, no podíamos alquilar un coche para pasear por San Diego. En su lugar, cogimos Ubers para hacer turismo y visitar las playas. Después de un par de viajes en Uber, descubrí por qué mucha gente no quiere vivir en San Diego y la costa oeste en general. Después de nuestros consistentes comentarios acerca de lo bueno que había estado el clima, nuestro conductor de Uber hizo un comentario sobre el “impuesto del sol” de vivir en San Diego. El “impuesto del sol” se refiere al alto costo que los habitantes de San Diego pagan por vivir en una ciudad con un standard alto de vida y con buen tiempo todo el año, a pesar de no permitirse un aumento del salario promedio del área.
El “impuesto del sol” tampoco es una exageración. Mientras estuve en San Diego, vi precios de gasolina a $4.00, mientas que en Massachusetts el precio medio varía entre $2.50 y $3.50 en zonas de alta demanda como Boston. Además, San Diego tiene un 7.75% de impuesto de ventas, comparado con el 6.25% de Massachusetts. A pesar de que no parezca una gran diferencia, con el tiempo se va haciendo notar. Con cada compra que hice, notaba que la diferencia entre el precio en la etiqueta de cada objeto y el precio que pagaba por él era mucho más grande que en casa.
Además, sin un gran sistema de transporte público, tanto turistas como residentes se ven a menudo obligados a utilizar Uber u otras aplicaciones similares para moverse por la ciudad. A pesar de que su uso pueda ser conveniente (el servicio es mucho más rápido en la costa oeste que en Massachusetts), usar estas aplicaciones para viajar a y desde nuestros destinos durante el día vació rápidamente nuestros bolsillos, incluso repartiendo el costo entre cuatro personas. Usar aplicaciones para compartir coche nos ayudó en nuestro viaje, pero eché de menos la asequibilidad del transporte público como el T en Boston o los buses de PVTA en Amherst.
Puede que haya gente que esté dispuesta a aceptar salarios más bajos y gastos más altos para vivir en un gran clima, pero yo prefiero quedarme en la costa este. No me entiendas mal, la costa este tiene sus propios gastos. La media de gastos en Massachusetts es mayor que la media nacional en seguro médico, residencia y electricidad. De todas formas, nuestros altos gastos se corresponden con un salario por encima de la media nacional, así como acceso a una educación de talla mundial y atención médica en Boston. Para mí, el impuesto del sol de California simplemente no merece la pena. San Diego puede estar bien para una visita y un bronceado, pero estoy feliz de volver al tranquila Amherst.
Alanna Joachim es columnista del Collegian y puede ser contactada en [email protected].
Raúl Ameneiro es traductor de español y puede ser contactado en [email protected] o en Twitter: @raul10ameneiro.
Xenia Ariñez de la Vega es la editora de español y puede ser contactada en [email protected].